jueves, 24 de noviembre de 2011

Una extraña curiosidad histórica sobre los Boomerangs

No sólo los boomerangs no son exclusivos de los aborígenes de Australia, es que parece claro que se usaron en Egipto. Y por si faltara poco, en 1987 se encontró el boomerang más antiguo (más de 20 mil años) que se conoce…¡En Polonia!

Recordemos que en la Antigüedad el boomerang era un arma que tras ser lanzada regresa a su punto de origen debido a su perfil y forma de lanzamiento especiales. Consiste en un palo de una longitud variable, pero raramente superior a 50cm., ligeramente curvado en ángulo hacia su mitad (lo que le confiere el efecto necesario para describir vuelos circulares). Puede ser redondo o con los bordes afilados, aunque también existen modelos con forma de aspa. Su capacidad de describir vuelos de ida y vuelta se debe a su curvatura y tallado; pero también en gran medida a la habilidad y la técnica del lanzador. Su principal cualidad, aparte de su utilización para herir o atontar, estriba en su capacidad para volver hacia su lanzador cuando no encontraba blanco.
Evidentemente, es una simple casualidad, como lo es que la edad de los metales empezara a la vez en puntos tan distantes del planeta como la actual Israel y la actual Escocia o que en México y en Egipto haya habido tanta pasión por las pirámides. ¿O no?
Escena de caza de aves en el antiguo Egipto con boomerang y boomerang encontrados por Howard Carter en la Tumba de Tutankamon
  
Es fácil deducir que es muy extraño que los aborígenes australianos –en teoría completamente aislados del resto del mundo, y especialmente de las civilizaciones “mediterráneas”- desarrollaran un arma tan original (no es algo obvio como una lanza), que sabemos utilizaron los egipcios y cuyo origen podría ser –por el descubrimiento en Polonia- europeo.

lunes, 21 de noviembre de 2011

¿Y si no existieran las circunscripciones electorales?

Según www.lainformacion.com los escaños tendrían un reparto más acorde a la voluntad popular y los resultados, aunque diferirían bastante, no generarían la inestabilidad que preconizan los defensores del actual sistema (por ejemplo PP+UPyD tendrían mayoría absoluta o PP+CIU+CC):

jueves, 17 de noviembre de 2011

Mix

Fernando Díaz Villanueva.-

Los seres humanos tenemos cierta inclinación a creernos todo aquello que nos reconforta y que nos ofrece soluciones sencillas a los problemas de la vida, que suelen ser bastante complejos, y a veces irresolubles. Esa es la razón por la que reputamos como ciertas las predicciones que hacen los horóscopos y nos regodeamos con historias fantásticas, a las que solemos otorgar un crédito ilimitado.

En tiempos pasados, cuando el hombre aún no controlaba ni entendía las, al menos aparentemente, fuerzas ciegas de la naturaleza, creer en lo sobrenatural era algo de obligado cumplimiento. Si, por ejemplo, se desataba una tormenta en alta mar, los marinos fantaseaban con dioses enfurecidos, ajustes de cuentas en el Olimpo o criaturas espeluznantes dispuestas a darse un festín con los restos del inminente naufragio. Se creían todo eso y mucho más. El mundo era, de hecho ha sido durante cientos de miles de años, un lugar oscuro y lleno de misterios que escapaban al entendimiento de los mortales.
A mediados del siglo XVII la ciencia, esa veta del pensamiento humano que consiste en emplear un método racional para llegar a conclusiones universalmente válidas, empezó a poner luz donde antes había tinieblas. Así, los temporales dejaron de ser sucesos extraños desatados por voluntades sobrehumanas y empezaron a ser, simplemente, fenómenos atmosféricos, cuyas causas eran mucho más mundanas que divinas. Y así con casi todo lo que a nuestros antepasados les quitaba las ganas de comer, de dormir y hasta de hacerse a la mar.
Ahora bien, todo lo que hemos aprendido en los últimos tres siglos no ha servido de mucho, si reparamos en la inevitable sección de astrología de cualquier diario, o en la amplísima colección de creencias infundadas, irracionales y estúpidas desperdigada por la literatura contemporánea, la televisión o el cine. Creer en supercherías es muy común y hasta considerado de buen gusto, pero lo peor de todo es que, para los adictos a lo paranormal, sus creencias tienen tanta autoridad como la Ley de la Gravitación Universal.
Esto es un hecho indiscutible que pone a los científicos en jaque y al mundo moderno en evidencia. Por ello, todo esfuerzo encaminado a desmontar las falacias de las pseudociencias y a combatir las supersticiones atávicas que anidan en el alma humana es bienvenido. Porque la inmensa estafa de lo paranormal no sólo se queda en lo intelectual, que eso hasta podría perdonarse; es que los apóstoles de la Nueva Era, los caraduras del zodiaco, las cartas astrales y los fenómenos ocultos y presuntamente inexplicables se hacen de oro. Millones de euros mueven cada año los nuevos nigromantes, que cabalgan satisfechos aprovechándose de la ignorancia, la ilusión y, las más de las veces, la desesperación de muchas personas necesitadas de respuestas inmediatas y tranquilizadoras para las incertidumbres de la vida, que son muchas y muy amargas.

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Hace muy poco saltaba a las noticias el hallazgo de un gusano que vive a más de un kilómetro y medio de profundidad, bajo la corteza terrestre. Se trata del Halicephalobus mephisto, “aquel que no ama la luz”, Si bien hasta ahora se habían hallado organismos unicelulares, nunca se habían encontrado animales más complejos. ¿Qué importancia tiene esto? Y, más interesante aún, ¿qué tiene que ver con Thomas Gold?

Thomas Gold nació en 1920 en Austria. Fue un astrofísico muy relevante ya que fue él quien, junto a Fred Hoyle, identificó correctamente a los púlsares (estrellas que emiten radiación periódica) como estrellas de neutrinos. Gold también aseguró que la Luna estaba cubierta de una densa capa de polvo (de acuerdo con él tan profunda que los astronautas se hundirían en ella prácticamente), una idea que influyó en el diseño de las naves espaciales que llegaron a nuestro satélite. Fue miembro de la Academia Nacional de las Ciencias de Estados Unidos, director del Departamento de Astronomía de la Universidad de Cornell entre 1959 y 2004 y medalla de oro de la Real Sociedad Astronómica de Londres.

Pero Gold se dedicó a invadir otros campos de la ciencia. En 1946 elaboró una teoría que demostraba que los humanos diferenciamos los distintos tonos de los sonidos gracias a unas pequeñas vellosidades del oído. Por aquel entonces los fisiólogos y expertos en anatomía del oído sostenían que esta diferenciación era algo que sucedía en el cerebro. Y no solo ignoraron a Gold, sino que denunciaron su actitud como invasiva por trabajar en un campo que no era el suyo (algo que no era tan cierto ya que durante varios años Gold se dedicó a diseñar radares para la Royal Navy). Tuvieron que pasar más de 30 años para que se demostrara que su teoría era correcta. Pero mientras tanto, Gold ya había trabajado en otras áreas, o mejor dicho: había “invadido” otros campos. Primero se atrevió con la geología. En 1955 publicó un artículo en el cual aseguraba que a lo largo de un millón de años, el eje de la Tierra había dado un vuelco de 90º. Pero otra vez sucedió lo mismo, se le ignoró. Solo en 1997, un experto en geomagnetismo del Instituto de Tecnología de California, Joseph Kirschvink, demostró, mediante el análisis de rocas, que esto había sucedido, que el cambio se había dado durante el lapso que predijo Gold y, más interesante aún, que había sucedido poco antes de la explosión cámbrica, el período en el cual prácticamente todos los organismos superiores comienzan a aparecer en el registro fósil.

Más tarde Gold se enfrentó a la bioquímica y a la química planetaria para asegurar que tanto el gas como el petróleo no son de origen biológico. Hasta hace poco se pensaba que los depósitos de gas y petróleo de nuestro planeta procedían de materias orgánicas. Para Gold sin embargo, el origen era otro: se trata de restos de materiales a partir de los cuales se formó nuestro planeta. Los restos orgánicos, según el astrofísico, son producto de la contaminación. Pues hace poco un experimento demostró, otra vez, que Gold podría tener razón. Dudley Herschbach, premio Nobel de química en 1986 realizó un experimento en cual combinó agua, óxido ferroso y carbonato cálcico (todo materiales abióticos, es decir sin vida) y los sometió a presiones similares a las que existen en el interior del planeta. Y obtuvo metano, el principal componente del gas natural.

¿Qué tiene que ver todo esto con el gusano que ama la noche? Pues que una de las últimas teorías de Gold, resumidas en su libro The Deep Hot Boisphere, es que a varios kilómetros de profundidad en la Tierra existe una enorme cantidad de seres vivos y que lo que vemos en la superficie es solo una pequeña parte. De hecho Gold asegura que la biosfera subterránea no solo es más antigua que la superficial, sino también más amplia.

Durante medio siglo Gold se enfrentó a dogmas preestablecidos, cuestionándolos y cambiando nuestro conocimiento del universo, de nuestro cuerpo y del planeta… ¿ocurrirá lo mismo esta vez?

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Cuentan las malas lenguas que en la década de los años 20 el presidente Coolidge de Estados Unidos estaba de visita oficial con su esposa en una granja. A cada uno se le asignó un itinerario distinto, de manera que cuando el guía le estaba explicando al presidente los secretos de un gallinero, le dijo: “Su esposa me ha recalcado que le recordara que el gallo que puede vivir en el corral rodeado de gallinas hace el amor todos los días”. A lo que el presidente Coolidge contestó con una pregunta: “¿Con una sola de ellas?”. “No, no, no” fue la respuesta inmediata del guía. “Pues dígaselo así a mi esposa” fue la réplica presidencial.

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“Lo que el viento se llevó” –la película- se estrenó en el teatro Loews de Atlanta; el alcalde había programado suntuosas celebraciones con desfiles de estrellas en limusinas, miles de banderas confederadas y decorados de falsos porches de columnas de papel cartón evocadores del viejo esplendor sureño. Hattie McDaniel, que sería la primera actriz negra en ganar un Oscar (por su papel de Mammy) fue excluida del festejo por las leyes racistas de Georgia, como el resto de actores negros. El gobernador del Estado declaró día festivo la fecha del estreno y muchos años después el presidente Jimmy Carter recordaría que aquellos días fueron el mayor acontecimiento del Sur a lo largo de toda su vida.

Cuando se estrenó en un Londres bombardeado por la Luftwaffe, fue un éxito descomunal y se mantuvo en cartelera durante cuatro años. A ambos lados del Atlántico la gente amaba aquella película antes de percatarse de que era una rancia celebración de casta y un elogio de la esclavitud: el retablo de un paraíso perdido cuya gracia y armonía dependían de la explotación de los negros. Y sin embargo, hay que estar hecho de acero blindado para no conmoverse con el tema de Tara mientras Scarlett jura que nunca más pasará hambre y la música de Max Steiner evoca jardines de rosas, cielos estrellados y deseos de revancha.

Setenta años después de su estreno, permanece como un arrogante monolito sobre el inane y fragmentado repertorio de Hollywood. El corazón tiene razones que la razón no puede entender, ¿cómo explicar si no la perversa capacidad de atracción sobre los públicos de diferentes épocas y culturas que se identificaron con los sureños racistas?

Cuando se estrenó en Francia –en la posguerra, porque Goebbels la había prohibido durante la Ocupación– los espectadores la vieron como una historia propia de invasión y de supervivencia. Los prisioneros políticos bajo el genocida Mengitsu, en la Etiopía de los 70, encontraban consuelo en las copias clandestinas que un activista había llevado a Amharic. Cada tribu, cada nación, ve en la película su propia historia de resistencia, la victoria de la civilización sobre la opresión, siendo el opresor el que mejor convenga: los yanquis en Estados Unidos, los nazis en Europa, el Terror Rojo en Etiopía o los dictadores en Grecia.

Pero hay otro grupo de entusiastas no definidos geográficamente: se trata de las mujeres que vieron y siguen viendo a Scarlett como una rebelde en contra de las normas cristianas, de la sumisión femenina y de la obligación de ser una señorita decente.

El Norte abolicionista ganó la guerra; pero el Sur racista venció en los corazones y en la fantasía. De hecho, la autora de la novela, Margaret Mitchell, no supo hasta los 10 años que el Sur había perdido la guerra. En su familia muchos lucharon en la Guerra de Secesión y por eso de niña quedó fascinada por las historias que le contaban sus tías. Su madre le mostró un camino rural escoltado por mansiones devastadas y le explicó que esas ruinas eran el emblema de algo que pasó una vez y podría volver a pasar y que cuando todo queda destruido sólo nos queda la fuerza de la mente y la energía de los brazos para salir adelante. «Si buscas una mano que te ayude la encontrarás al final de tu brazo», le dijo. La niña aprendió la lección y escribiría una novela que si de algo trata es de la supervivencia. De cómo algunos sobreviven a la desgracia y otros no. «La gente con cerebro y valor sobrevivirá, pero los débiles serán aplastados», hace decir a un personaje.

Scarlett O’Hara era una jovencita muy parecida a ella misma que, cuando su mundo se desmorona, lucha con la tozudez de una mula y el cinismo de quienes ven en la moral la debilidad de la sesera. Scarlett nació poeta y murió mujer de negocios. Mitchell ganó el Pulitzer de 1937 y se hizo rica y famosa. Había sido una joven provocativa y audaz que escandalizaba a la provinciana buena sociedad de Atlanta leyendo con avidez los libros pornográficos de Havellock Ellis. Su prometido murió en combate en las trincheras francesas de la I Guerra Mundial y Margaret se casó con un atleta americano, violento y celoso, en el que se inspiró para componer a Rhett Buttler. Fue un matrimonio breve y tormentoso. Ella buscó trabajo como periodista en el Atlanta Journal, consiguió columna propia a 25 dólares por semana, se casó con su jefe y empezó a escribir en una vieja Remington un melodrama llamado Lo que el viento se llevó. Su editor Harold Macmillan tuvo que comprar una maleta extra para cargar con el gigantesco manuscrito. El éxito fue tan grande que seis meses después de la publicación había agotado un millón de copias.

La autora se escandalizaba de que, en los abismos de la Gran Depresión, la gente pagara tres dólares por su melodrama.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Vínculos para estar dentro de las fotos

MUÉVETE CON EL RATÓN ARRIBA Y ABAJO Y DE DERECHA A IZQUIERDA, ACERCATE O ALEJATE.

Valle de Benasque, parapente, vista de las mayores alturas del Pirineo.

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Valle de Pineta, forma parte del Parque Nacional de Ordesa.
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Desde lo alto de los Mallos de Riglos, juega bien con el ratón, da vértigo.
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Barranco del río Formigal en el Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara.
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Vista desde la pradera de Ordesa
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jueves, 10 de noviembre de 2011

Mix

El 18 de enero de 1920 entró en vigor en EEUU la famosa “Ley Seca”, promovida por el senador Volstead, quien justo a las doce de la noche dijo estas palabras para celebrar dicha ley y que pasarían a la historia, según se cuenta en algunos libros que estudian la época:

Esta noche, un minuto después de las doce, nacerá una nueva nación. El demonio de la bebida se irá para siempre. Comienza una nueva era de mejores modales y espíritus limpios. Los barrios bajos desaparecerán. Las cárceles y reformatorios se vaciarán y los transformaremos en graneros, almacenes y fábricas. Todos los hombres volverán a caminar erguidos, sonreirán las mujeres y no habrá niños infelices. Se han cerrado para siempre jamás las puertas del infierno.”

La buena voluntad del senador está fuera de toda duda, pero no solo no fue así, sino que a causa del incumplimiento de dicha ley se dice que se detuvo a cerca de 150.000 personas, hubo más del doble de multas y cerca de 50.000 personas terminaron en la cárcel. De ellas, cerca de 3.000 eran médicos, ya que eran los únicos que podrían prescribir alcohol de forma terapéutica. La mafia creció como nunca y las buenas intenciones del senador Volstead crearon un desastre aún mayor.

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El primero y el último de los puestos en la lista de países que figura en el reciente tema de portada de Newsweek, “El informe sobre el adelanto de la mujer en el mundo de 2011”, evocan imágenes de dos mundos diferentes.

En el primer puesto de la lista –“Los mejores lugares para ser mujer” –, vemos los habituales “sospechosos”: Islandia y los países escandinavos, los Países Bajos, Suiza y el Canadá. En ese planeta, vemos calificaciones sobresalientes en cinco categorías del estudio: justicia, salud, educación, economía y política. Las mujeres están superando a los hombres en la obtención de títulos universitarios (Estados Unidos), se está expulsando de sus hogares a los maltratadores y vigilándolos electrónicamente (Turquía) y se está eligiendo a primeras ministras (Dinamarca y Australia).

Ahora observemos el otro planeta: “Los peores lugares del mundo para ser mujer”. En el Chad, el peor de los peores, las mujeres “casi no tienen derechos jurídicos” y niñas de tan sólo diez años son entregadas en matrimonio, cosa que también sucede en el Níger, el lugar que ocupa el séptimo puesto en la lista de los peores para una mujer. La mayoría de las mujeres de Malí –el quinto de esa lista– han quedado traumatizadas por la mutilación genital femenina. En la República Democrática del Congo, 1.100 mujeres son violadas todos los días.  En el Yemen, los hombres tienen libertad para apalear a sus esposas cuando les apetezca.


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En 1886, en la ciudad de Chicago, doscientos mil trabajadores iniciaron una huelga reclamando la jornada de ocho horas diarias de trabajo. Después de una explosión (murió un policía), tiroteos a los trabajadores, detenciones arbitrarias, torturas, juicios sumarios sin pruebas y contra todo procedimiento jurídico serio, se procedió a sentenciar a la horca a cinco dirigentes sindicales. Con posterioridad a la ejecución de la sentencia, miles de obreros fueron despedidos, perseguidos, torturados, tiroteados, procesados y condenados, en su mayoría, italianos, españoles, alemanes, polacos, rusos e irlandeses. Pero se consiguió lo que parecía imposible y la jornada de ocho horas fue una realidad, gracias al sacrificio y la sangre de estos y otros muchos trabajadores por el resto del mundo.

Ese fue el origen de la celebración del Primero de Mayo.

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Robert Lucas, premio Nobel de Economía en 1995, tuvo que ceder la mitad a su mujer Rita. Esta última, que estaba en trámites de divorcio desde hacía siete años, tuvo el cuidado de añadir al contrato de separación la siguiente cláusula: La esposa percibirá el 50 por cien de cualquier premio Nobel, en el caso en que Robert E. Lucas lo obtuviera antes de 31 de octubre de 1995. La buena noticia llegó quince días antes de que expirase la fecha fatídica y Robert Lucas, buen perdedor, se consoló diciendo: “Un trato es un trato”. Pero también es casualidad que justo cuando sólo faltaban quince días para que expirara el contrato le dieran el Nobel por haber desarrollado y aplicado la hipótesis de las expectativas racionales y haber, por tanto, transformado el análisis macroeconómico y profundizado la comprensión de la política económica. Lo malo es que su ex-esposa parece que tomó muy buena nota de esa teoría y en una perfecta aplicación práctica hizo una perfecta anticipación racional y se llevó un buen premio.
Quizás se puediera consolar pensando que Einstein donó íntegramente su premio a su ex-mujer Mileva.

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George Orwell dijo esto en su ‘Notas sobre el nacionalismo’, escrito ¡en mayo de 1945!:

“Existe una minoría de intelectuales pacifistas cuya motivación real, aunque no confesada, parece ser el odio a la democracia occidental y la admiración por el totalitarismo. En general, la propaganda pacifista se reduce a afirmar que un bando es tan malo como el otro, pero si se examinan atentamente los escritos de los intelectuales pacifistas más jóvenes, se descubre que no expresan en absoluto una desaprobación imparcial, sino que atacan casi únicamente a Inglaterra y a los Estados Unidos. Además, muchas veces no condenan la violencia como tal sino solo la violencia usada en defensa de los países occidentales.”

¿No suena mucho al actual apoyo/simpatía que reciben dictadores como el iraní o el cubano simplemente por ser anti-norteamericanos?

jueves, 3 de noviembre de 2011

Preguntas retóricas

Si la mitad de los aviones se estrellaran, ¿volarías? Entonces, si sabes que la mitad de los matrimonios acaban en divorcio, ¿Por qué te casas?

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Independientemente de que sea correcta o no su postura, ¿De dónde saca la Iglesia que Dios prefiere la familia tradicional, en qué parte de la Biblia se comenta algo de esto, quizás en el ejemplo de Jesús que –según textos “inspirados por Dios”- nunca hablaba de su padre, se mantuvo soltero y animaba a sus discípulos a seguirle dejando de lado todos los compromisos?

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¿No es impresionante el escaso número de pateras que han aprovechado el buen tiempo para viajar por ejemplo a las Canarias como hacían los últimos años? ¿Tanto asusta la crisis europea a los africanos?

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¿Por qué el estado me puede multar por ir en mi coche sin cinturón, cuando el daño -caso de producirse- sólo me afecta a mi?
La respuesta que me han dado es que si tengo un grave accidente para mi salud al final es el estado el que financia mi rehabilitación médica y me ayuda con subvenciones si me quedo paralítico, por ejemplo.
Pero si ese argumento es válido, ¿entonces por qué me deja consumir sustancias nocivas, desde el tabaco y el alcohol hasta la contaminación de las grandes ciudades, deben entonces pagar fumadores y gordos más a la Seguridad Social porque tienen más riesgos médicos que los no fumadores y delgados ?
Es absurdo e hipócrita, cada adulto debe ser libre de ingerir lo que le apetezca y de ir en su coche como le apetezca mientras no haga daño a otros…y si no se está de acuerdo con eso, entonces estamos admitiendo que el gobierno de turno se nos meta en nuestras costumbres, le damos vía libre para coartarnos nuestras libertades más básicas. ¿Soy al único que le da miedo, es que acaso no sabemos que los políticos muchas veces engañan y quizás pueda ganar las elecciones un Hitler disfrazado de Teresa de Calcuta?

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¿Por qué los mismos católicos que ponen el grito en el cielo porque los Testigos de Jehová están en contra de las transfusiones de sangre para salvar vidas están de acuerdo en no investigar el fin de graves enfermedades utilizando células madre?